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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

www.surda.se

 

 

09-05-2009

 

Homenaje tardío (pero siempre valido y vigente) a Rodolfo Walsh.

SURda

AGENCIA DE COMUNICACIÓN RODOLFO WALSH

Integrante de la Red Nacional De Medios Alternativos

“Perdimos, no pudimos hacer la revolución. Pero tuvimos, tenemos, tendremos razón de intentarlo. Y ganaremos cada vez que un joven sepa que no todo se compra, ni se vende y sienta ganas de querer cambiar el mundo.”

Envar El Kadri

Domingo, 03 de mayo de 2009

(AW) El pasado 25 de marzo, se cumplieron 32 años de la desaparición de Rodolfo Walsh, aquel periodista, escritor y militante que tanto ha aclarado (como lo sigue haciendo) el camino a recorrer por el periodismo popular.

También, con sus investigaciones y sus relatos de ficción, Walsh marcó un estilo que, años después, sería en género narrativo.

Como militante, su compromiso popular llevo a que los genocidas terminaran con su vida.

Jamás podrán con su ejemplo.

A modo de homenaje tardío, compartimos con ustedes este extenso (pero necesario) trabajo de la Agencia WALSH, donde recorremos algunos análisis sobre su persona y su obra, así como escritos del propio Rodolfo Walsh.

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El 25 de marzo de 1977 un grupo de tareas de la ESMA, encabezado por el teniente de fragata Pablo García Velazco  y compuesto, entre otros, por el sub-comisario de la Policía Federal Eugenio “220” Weber y el oficial Roberto Oscar González, participa de la emboscada realizada contra Rodolfo Walsh, en la que se lo asesina y posteriormente se desaparecen sus restos. Walsh, 50 años, en proceso de volver a creer en su “violento oficio” de escritor, transita hacia lo que él creía una cita pactada con la viuda de un militante de Montoneros asesinado recientemente. Entre sus ropas lleva dos armas. Una pequeña pistola Walter PPK, calibre 22 y La Carta abierta de un Escritor a la Junta Militar. Momentos antes de que se abra el fuego Walsh acierta el primer disparo de esa fatídica jornada echando las primeras copias de La Carta en un buzón. Una vez más la oposición a la Maquina de Guerra había sido puesta en marcha.

La  obra de Walsh se caracteriza desde muy temprano por instalarse en la falla, en la grieta de un sistema dominante, de un sistema canónico, para desde allí, enunciar una verdad silenciada, una disposición de elementos literarios alternativa a la aceptada por las instituciones académicas o por las, cada día mayores, exigencias del mercado, o una forma de periodismo totalmente renovadora, tanto desde lo estético como desde los procedimientos de investigación.

La literatura de Walsh se escribe desde la parte faltante del engranaje en pos de intentar detener su avance implacable. El ajedrecista versus la Maquina de Guerra. De este modo, se puede notar en toda su trayectoria los lugares desde donde construyó sus textos, sus investigaciones, sus intervenciones políticas.

A finales de 1956 cuando Walsh se encuentra apaciblemente jugando al ajedrez, entra en contacto con un hecho determinante. Se entera de la masacre de José León Suárez seis meses antes y le lanzan una frase que trastocará su vida: “Hay un fusilado que vive”. A partir de ahí seguirá una línea de fuga que se entrecruzará permanentemente con abruptos cortes; muchas veces trabajara amenazado, en la clandestinidad, con la colaboración de Enriqueta Muñiz o solo, con un anotador y un lápiz o con un pequeño grabador. El descubrimiento que hace Walsh, el hecho de que la maquinaria represiva haya fallado en siete fusilamientos, pone a funcionar otro tipo de maquina en la que la verdad tiene que ser develada para que ya nada quede como está. Walsh encuentra la falla y trabaja en ella. La corroe, al punto en que a la Maquinaria Bélica se le generan nuevos resquebrajamientos. La verdad jerárquicamente construida, que desciende sobre los peones de un gran ajedrez con la ferocidad de la picana, las balas y los palos, es dinamitada por la pesquisa. Un fusilado que vive, y en seguida son dos, tres, y así hasta que suman siete. Pero pensar que en un intento de fusilar supuestos opositores La Máquina ha errado groseramente es arriesgado. Porque se pueden encontrar todavía más groserías. Las premisas centrales que sostienen y movilizan la estructura de la investigación de “Operación Masacre” son dos, y están orientadas a demostrar la ilegalidad de lo ocurrido, a divulgar el intento fallido por parte del Estado de aniquilar cualquier resistencia: en primer lugar, la detención y posterior fusilamiento del grupo de hombres reunidos en una casa del barrio de Florida se lleva a cabo por lo menos una hora antes de la promulgación de la Ley Marcial. En segundo lugar, Los fusilamientos no cuentan con juicio previo.

Poco importan algunos de los resultados obtenidos por estas investigaciones en la justicia, esa en la que Walsh progresivamente va dejando de creer, esa en la que personajes como el Teniente Coronel Fernández Suárez o “El Lobo” Vandor se mueven con total impunidad, que incluso 32, 43 ó 53 años después nos presenta personajes de su misma calaña, herederos inconfundibles de una forma de accionar corrupta, represiva o fascista, en pos de encontrar una lección muchísimo más duradera: Walsh enseña a devenir imperceptible, a volverse múltiple, a trabajar en las grietas que este sistema presenta a cada momento.

En 1968, Walsh, ya desde el semanario de la CGT opositora, encara la investigación de un hecho ocurrido en 1966 y que tiene que ver con una herramienta fundamental de los trabajadores: el sindicalismo. La línea que va trazando la evolución política de Walsh la vemos desde su prólogo a la primera edición de Operación Masacre:

“…Escribí este libro para que fuese publicado, para que actuara , no para que se               incorporase al vasto número de las ensoñaciones de ideólogos. Investigué y   relaté estos hechos para darlos a conocer en la forma más amplia para que  inspiren espanto, para que no puedan jamás volver a repetirse…” [1]

Incluyendo sus agregados de 1969 y llegando a la focalización del destinatario de la investigación de la muerte de Rosendo García:

         “… (Este libro) Desempeñó cierto papel (…) en la batalla entablada por la CGT

          Rebelde contra el vandorismo. (…) su tema profundo es el drama del                     sindicalismo (…) sus destinatarios naturales son los trabajadores de mi país…” [2]

Una vez más Walsh descubre la falla y actúa sobre ella para tratar de torcer el curso de las cosas. Esta vez la investigación será presentada de modo que los hechos y las personas se agrupan en un primer apartado, se reúne la evidencia en un segundo apartado, para concluir con un capítulo especialmente dedicado al vandorismo y su vinculación con prácticas nefastas, que solo revelan la presencia de la Maquina de Guerra en “El Aparato” y de este como fiel reproductor de todos los elementos represivos  que empuña aquel contra los trabajadores. Nuevas ramificaciones arbóreas de la Maquina de Guerra nos hacen pensar en definiciones actuales del estilo de  Gatillo fácil, Clientelismo o Patotas Sindicales. Walsh establece cortes en el accionar vandorista desnudando las verdaderas herramientas del Aparato para desligarse de opositores o de cualquiera que quiera ofrecer una opción frente a la de aquellos que tan solo quieren que los intereses de las patronales se reproduzcan al infinito.

“…El sistema no castiga a sus hombres: los premia. No encarcela a

 sus verdugos: los mantiene. Y Augusto Vandor es un hombre del sistema…”

Las manifestaciones Walshianas en contra de prácticas burocráticas, verticalistas y anti-populares no sólo se dan en sus investigaciones periodísticas, pilares, por un lado, del periodismo de investigación y, por el otro, del género de no-ficción en el ámbito literario, sino que en sus textos ficcionales podemos encontrar la elección de algunas alegorías que intentan desentrañar la complejidad de determinadas coyunturas históricas. Así, la lectura de la saga de los irlandeses puede ser hecha con el sentido de generar la configuración de un espacio en donde se desarrolla una micropolítica con todas sus implicancias: La disputa por el poder en un espacio determinado, con cierto cuerpo jerárquico detentando la fuerza coercitiva, en donde grupos o individuos definidos intentan imponer sus intereses. Como el propio Walsh pone en boca del pequeño Dashwood, uno de los irlandeses internado en un colegio de pupilos en plena pampa húmeda, quizá el más débil de los niños,  cuando se asusta a causa de la intercepción de un recuerdo reciente y amargo en la línea de su, no menos amarga, vida entera:

“…Ese corte en el flujo de la realidad…” [3]

Sus ficciones guardan la misma relación con la política.

Alegorías que sirven como agenciamientos en la realidad política: el relato de los ritos iniciáticos y la circulación del poder en la comunidad en el primero de los cuentos de la saga; La relación de la comunidad con los “oficios terrestres y divinos” en el segundo relato, o mejor dicho la subjetividad moderna atravesada por categorías funcionales al capitalismo como lo son trabajo y religión en palabras del obispo Usher:

         “…Así es como debe ser (…) cada hombre honrado debe aprender sus oficios

          terrestres (…) para ser independientes en la vida y ganarse el pan que lleva  a

          la boca, como nosotros mismos debemos ganarlo, el padre Fagan y yo que les

          hablo celebrando los oficios divinos y cuidando de vuestros cuerpos y de

          vuestras buenas almas. Trabajando y estudiando, como ustedes hacen, y no

          olvidando el respeto y devoción debidos a Nuestro Señor, serán buenos ciuda-

          nos y dignos hijos de vuestra raza, vuestro país y vuestra iglesia…” [4]

Todos los aparatos ideológicos del estado encarnados en un ideal común como lo es la reproducción fiel, ciega y acrítica del sistema. El lema “Orden y progreso” de la generación del '80 en su realización práctica. La saga de los irlandeses se localiza temporalmente en La Década Infame, por lo tanto, esa realización será a sangre y fuego. El tercer relato de esta saga, escrito entre mediados de 1967 y Noviembre del mismo año, está fuertemente marcado por la cercanía de la muerte del Che. La alegoría política se radicaliza y el mensaje que Walsh desea transmitir se focaliza en el papel que debe asumir el pueblo en procesos que lo interpelan de manera directa y cuya implicancia con la realidad es determinante para la realización con éxito de un proyecto político, así mismo radicalizado. Si el contexto político de este cuento esta elidido, responde a dos variantes: En primer término, Walsh era un gran experto en lenguajes cifrados, como lo pueden ilustrar varias anécdotas. En segundo lugar, sus concepciones de lo ficcional se van modificando hacia esa fecha en coincidencia con los hechos del Cordobazo, para  desembocar en sus propuestas estético-políticas plasmadas en la entrevista que le realiza Ricardo Piglia en 1970:

         “… No concibo hoy el arte si no está relacionado directamente con la política,

          con la situación del momento que se vive en un país dado (…) hasta que  te

          das cuenta de que tenés un arma: la máquina de escribir (…) con cada máqui-

          na de escribir y un papel podés mover a la gente en grado incalculable…” [5]

El primero de los términos arriba mencionados remite a la participación de Walsh entre 1960 y 1961, como miembro de Prensa Latina, en la decodificación de mensajes cifrados entre el gobierno de Guatemala y su embajador en Washington como parte de un plan en perjuicio de Cuba, que acabaría con un frustrado intento de invasión a Playa Girón. Este hecho queda registrado en un articulo llamado “Guatemala, una diplomacia de rodillas” publicado en la revista Che de Marzo de 1961 en Buenos Aires.

Se puede considerar la publicación del último relato de los irlandeses, “un oscuro día de justicia”, la experiencia en el semanario de la CGT y la anécdota anteriormente mencionada como los puntos claves para entender la experiencia clandestina de Walsh a partir de 1973. Desde este año se une a Montoneros para trabajar en la sección de Inteligencia. En 1974 participa del periódico Noticias y en 1975 funda ANCLA (Agencia de Noticias Clandestina) y Cadena Informativa desde las cuales se opondrá a todo el peso del estado represor hasta el último día de su vida. La forma en que lo hace representa un paso más en su devenir imperceptible, en su devenir múltiple, cuyas manifestaciones más concretas se ven reflejadas en su paso a la clandestinidad, en su intento permanente de que la verdad sea leída por el mayor numero de personas, en su capacidad para disfrazarse, en la lectura incesante de los movimientos de los enemigos para poder actuar como si fuera ellos y poder engañar a la maquina burocrática. Tanto es así, que Walsh eligió el nombre de la agencia para provocar confusión en las tres armas, que erróneamente llegaron a atribuirse los cables entre ellas, y así ganar algunos meses de tiempo. Uno de los gestos más significativos es el pedido de ayuda de Walsh, en esta agencia de noticias, a todo aquel que quisiera volver a “sentir la satisfacción moral de un acto de libertad”. Walsh vuelve a meterse en la falla y, ya desde el lado de adentro, apela al mismo motor que usa la dictadura pero con un sentido inverso. Al miedo paralizante impuesto por el Estado, Walsh intentara oponer un pueblo informado con herramientas que le permitan pelear día a día contra la Bestia, intentará que el pueblo sea participe de la resistencia al golpe. Según Jozami: 

“…Walsh plantea cada vez menos la resistencia desde la perspectiva de

  la organización y piensa en un sujeto popular más amplio…” [6]

Descentralización y dispersión son dos conceptos fundamentales si se quiere entender lo que significó la resistencia para Walsh, porque chocó con la cúpula de Montoneros y como se llega a las circunstancias de su muerte, sin olvidar que son los conceptos centrales de la comunicación clandestina planteada por ANCLA:

         “…Las bases programáticas de ANCLA, además, remiten a las anterio-

  res experiencias de difusión popular donde Walsh participó. Todas

  ellas responden a un criterio amplio, síntesis de una prensa pensada

  como instrumento de combate en la tradición latinoamericana y como

  herramienta de información, discusión política y organización…” [7]

Como corolario a la exposición de la trayectoria de Walsh en torno a la idea del escritor de la falla, de la ruptura, del intersticio, podemos agregar, un pequeño parlamento de uno de sus personajes: Aguirre, el ajedrecista de Zugzwang:

         “…Eso es lo que me subleva. Usted ve la trampa, y puede escapar, pero

          más que la fuga le interesa el mecanismo de la trampa, le fascina la

          cerrada perfección de la trampa, aunque usted sea la víctima, y arriesga

          un pie, y luego el otro, para comprobar como funciona, y luego es tarde…” [8]

Nadie mejor que él pudo trabajar tan eficazmente los errores de sus enemigos. En ese sentido, que La Carta a la Junta Militar haya llegado a nuestros días es una prueba ineludible de ese trabajo. Walsh ofrece informaciones de los crímenes cometidos con una exactitud pavorosa para el momento en el que escribe, en el que el cerrojo parecía ser total. Una vez denunciado el horror de la violencia con cifras sumamente precisas, se descubre  la contracara de ese plan, la dictadura económica y una vez más Walsh nos ofrece una visión de campo y perspectivas horriblemente reales. Esta forma de trabajar en la grieta generada por el poder es reflejada en su ultimo escrito no solo por el hecho de que haya sorteado la represión y el saqueo que sufrió la obra de Walsh, sino también por su maravillosa lucidez reflejada en sus dos párrafos finales:

“...Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas.

   Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.

Rodolfo Walsh - C.I. 2845022
Buenos Aires, 24 de marzo de 1977.”

En virtud de los contenidos de esa carta, de su actualidad y el compromiso al que nos llaman y parafraseando a Rimbaud podríamos decir que Walsh es nosotros, que Walsh devino cada uno de nosotros.

AGENCIA DE COMUNICACIÓN  RODOLFO WALSH

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Esa voz viene seguramente de una persona, única, irrepetible como toda persona, pero una voz no es una persona, es algo suspendido en el aire, separado de la solidez de las cosas .

También la voz es única e irrepetible, pero tal vez de un modo diferente del de la persona: podrían voz y persona parecerse. O bien parecerse de un modo secreto, que no se ve a primera vista: la voz podría ser el equivalente de todo lo más oculto y más verdadero de la persona. ¿ es otro tú sin cuerpo el que escucha esa voz sin cuerpo? Que la oigas realmente o la recuerdes o la imagines, da igual.

Y sin embargo tú quieres que sea tu propio oído el que perciba esa voz, por lo tanto lo que te atrae no es sólo un recuerdo o una fantasía sino la vibración de una garganta de carne.

Una voz significa esto: hay una persona viva, garganta, tórax sentimientos, que empuja en el aire esa voz diferente de todas las otras voces. Una voz pone en acción la úvula, la saliva, la infancia, la pátina de la vida vivida, las intenciones de la mente, el placer de dar una forma propia a las ondas sonoras. Lo que te atrae es el placer que esta voz pone en existir: en existir como voz, pero ese placer te lleva a imaginar de que modo la persona podría ser tan diferente de cualquier otro cuanto es diferente su voz.

Un rey escucha. Italo Calvino

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Voces, palabras, sonidos, mensajes, pensamientos, sentimientos, anécdotas.

La intención de contar, la necesidad de compartir , aunque sea desde el anonimato, lo que todas y todos tenemos para decir.

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[1] Walsh, Rodolfo, Operación Masacre , 29° edición, Buenos Aires, Ediciones De la Flor, 2005, p. 185.

[2] Walsh, Rodolfo, ¿Quién mato a Rosendo? , 11° edición, Buenos Aires, Ediciones De la Flor, 2007, p. 7.

[3] Walsh, Rodolfo, “Irlandeses detrás de un gato” en Los oficios terrestres , 7° Edición, Buenos Aires, Ediciones De la Flor, 2005, p. 94.

[4] Walsh, Rodolfo, “Los oficios terrestres” en Un kilo de oro , 4° Edición, Buenos Aires, Ediciones De la Flor, 2004, p. 57.

[5] Walsh, Rodolfo, “ Un oscuro día de justicia – Zugzwang ”, Buenos Aires, Ediciones De la Flor, 2006, p. 64 (Entrevista realizada para la presentación de este cuento en una colección dirigida por el entrevistador)

[6] Jozami, Eduardo, Rodolfo Walsh, Buenos Aires, Grupo editorial Norma, 2006, p. 364.

[7] Vinelli, Natalia, ANCLA. Una experiencia de comunicación clandestina orientada por Rodolfo Walsh , 3° Edición, Buenos Aires, El Colectivo, 2008, p. 17.

[8] Walsh, Rodolfo, “ Un oscuro día de justicia – Zugzwang ”, Buenos Aires, Ediciones De la Flor, 2006, p. 84.


 

 

 

 

 

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